viernes, 2 de diciembre de 2011

 Literatura Universal 
 
1.-La Literatura India:
La literatura de la India es considerada habitualmente como una de las más antiguas del mundo. India tiene 22 lenguas oficialmente reconocidas, y a lo largo del tiempo se ha generado una amplia literatura en estas lenguas.
2.-El Ramayana : Breve introducción:

El Ramayana (c. siglo III a. C.) es un texto épico escrito por Valmiki. Forma parte de los textos sagrados smriti (textos no revelados directamente por Dios, sino transmitidos por la tradición).
Es una de las obras más importantes de la India antigua. Pertenece al subgénero literario de la epopeya, y está compuesto por 24.000 versos, divididos en siete volúmenes.
Se presume que su composición se remonta al siglo III a. C. Conocido ampliamente gracias a sus numerosas traducciones, el Ramayana ha ejercido importante influencia en la literatura india.


3.- Influencia en la poesía sánscrita:
El Ramayana tuvo una importante influencia en la poesía sánscrita, principalmente a través del establecimiento de la métrica śloka. Sin embargo, como su primo épico, el Majábharata, el Ramayana no solamente es una historia ordinaria. Contiene las enseñanzas de la India.





4.-Impacto en la cultura india:

Siendo una de las más importantes obras literarias de India antigua tiene un profundo impacto en el arte y la cultura del subcontinente indio y del sureste de Asia. La historia de Rama también inspiró numerosas obras literarias modernas en diversos lenguajes, entre los cuales se pueden resaltar los trabajos del poeta hindú Tulsidas (siglo XVI), y el poeta tamil Kambar (siglo XIII).
5.-Resumen del Ramayana:
Dasharatha, rey de Aiodhiá, tiene tres esposas y cuatro hijos. Rama es el mayor, hijo de Kauśalya. Bharata es hijo de Kaikeyi. Los otros dos son gemelos, Lakshmana y Satrughna. Rama y Bharata son azules.[] En Mithila, una ciudad cercana, vive la hermosa Sītā. Cuando llega el momento de que Sītā se case, se plantea una prueba a los pretendientes: los príncipes deberán ser capaces de levantar un arco gigante. Nadie pudo alzar el arco como Rama, que no sólo lo alzó sino que además lo partió. Así fue como Sītā eligió a Rama como esposo, ante las miradas de decepción de los demás aspirantes.
El rey Dasharatha decide dejar el trono a su hijo Rama y retirarse al bosque para buscar moksha (la liberación espiritual). Todos están contentos con la decisión, que está de acuerdo con el dharma. Al retirarse Dasharatha, establece que su hijo mayor asumirá el puesto de gobernante. Todos están de acuerdo, excepto la segunda esposa de Dasharatha, que pretende que sea su hijo Bharata quien gobierne. Así es como, valiéndose de un juramento que años atrás hizo el viejo rey, le convence para que corone a Bharata y destierre a Rama al bosque por catorce años. El rey se ve obligado a cumplir su palabra y Rama, siempre obediente, se retira exiliado al bosque. Sītā convence a Rama de que su lugar está a su lado. También su hermano, Lakshmana, lo acompaña. Bharata se siente muy disgustado cuando se entera de lo que sucede y se dirige también al bosque donde reside Rama para forzarlo a regresar a la ciudad. No obstante, éste se opone, argumentando que deben obedecer a su padre. Así, Bharata se despide de su hermano con un abrazo y vuelve a Aydohya.
Los años pasan y Rama, Sītā y Lakshmana son muy felices en el bosque. Rama y Lakshmana destruyen a los rakshasas (criaturas del mal) cuando interrumpen su meditación. Un día, una princesa rakshasa intenta seducir a Rama. Su hermano, Lakshmana, la hiere. Ella regresa donde su hermano, Rávana, el gobernante de Lanka y le habla sobre la encantadora Sītā. Rávana idea un plan para raptarla. A sabiendas del aprecio que ella siente por los ciervos dorados, decide enviarle uno como presa de caza para Rama y Lakshmana. Al verlo, ambos hermanos marchan a cazarlo, dibujando previamente un círculo protector alrededor de Sītā, que estará segura mientras permanezca en su interior. Durante la ausencia de Rama, Rávana se deja caer por el lugar adoptando la forma de un mendigo que busca comida. Sītā sale del círculo para procurársela y Rávana la rapta. A Rama se le rompe el corazón cuando regresa y no puede encontrar a Sītā.
Un ejército de monos se ofrece para buscarla. Rávana ha llevado a Sītā a su palacio, pero no puede obligarla a convertirse en su esposa. Sītā ni siquiera lo mira, pues sólo piensa en Rama. Jánuman, general del grupo de monos, que posee la capacidad de volar, se dirige rápidamente hacia Lanka, donde encuentra a Sītā. Antes de que Jánuman pueda salir, los hombres de Rávana lo capturan y prenden fuego a su cola. Con parte del pelaje ardiendo, Jánuman huye saltando por los techos de las casas e incendia Lanka. Llega hasta Rama, a quien informa sobre la ubicación de Sītā. Rama, Lakshmana y el ejército de monos construyen un puente desde la punta de India hacia Lanka. Por fin, se enfrentan Rama y Rávana. Tras eliminar a algunos herma nos de Rávana (entre ellos Kumbhá Karna), Rama logra aniquilar a Rávana disparándole el arma brahmastra.
Rama libera a Sītā y juntos regresan a Ayodhya, donde el pueblo y Bharata proclaman a Rama como su nuevo rey. Se acusa a Sītā de haber cometido adulterio durante su cautividad. Ella se somete voluntariamente a la prueba del fuego para dar testimonio público de la integridad de su pureza, pero Rama aduce que el rey no sólo debe ser puro, sino que debe parecerlo, por lo que envía al exilio a Sītā (a pesar de su inocencia).
Ella se refugia en la ermita del escritor Valmiki (supuesto autor del poema), donde da a luz a dos hijos gemelos de Rama, Lava y Kusha, que se convierten en discípulos de Valmiki y crecen sin saber quiénes son. Valmiki compone el Ramayana y enseña a los gemelos a cantarlo. Más tarde, Rama lleva a cabo una ceremonia ashwa medha yagña (sacrificio de caballo), a la que asiste el sabio Valmiki con Lava y Kusha. Los niños cantan el Ramayana en presencia de Rama y de una numerosa audiencia. Cuando Lava y Kusha llegan a la parte del exilio de Sītā, a Rama se le rompe el corazón. En ese momento, Valmiki trae a público ante Rama. Éste vuelve a rechazarla (como un perfecto esposo hindú) y ella se suicida ante todos, tragada por la Tierra (su verdadera madre, ya que había sido encontrada en un ‘surco’ de tierra).
                    
                    

                                                                       Mónica  Galván Lozano-2ºBach-B

martes, 29 de noviembre de 2011

BIENVENIDAS AL NUEVO CURSO ESCOLAR 2011/2012

Aunque con un poco de retraso, quiero dar  la bienvenida al nuevo curso 2011/2012  a  las "alumnas" que han optado por esta  maravillosa asignatura y bien digo , alumnas, porque son todas chicas.No quiero pensar que a los chicos no les resultan atractivas "las emociones" que  nos proporcionan los textos y autores más importantes de todos los tiempos. !!De  verdad , no saben lo que se pierden¡¡
Intentaremos enriquecer este blog con comentarios, poemas, imágenes, música y todo aquello que nos sorprenda  o nos llame la atención de forma especial.
Invitamos a todos los que deseen participar en este espacio común para las "emociones".
!! Os esperamos aquí mismo¡¡
                                                    Pureza

miércoles, 20 de abril de 2011

"Fétes galantes" (Paul Verlaine)

L'Allée
Fardée et peinte comme au temps des bergeries,
Frêle parmi les noeuds énormes de rubans,
Elle passe sous les ramures assombries,
Dans l'allée où verdit la mousse des vieux bancs,
Avec mille façons et mille afféteries
Qu'on garde d'ordinaire aux perruches chéries.
Sa longue robe à queue est bleue, et l'éventail
Qu'elle froisse en ses doigts fluets aux larges bagues
S'égaie un des sujets érotiques, si vagues
Qu'elle sourit, tout en rêvant, à maint détail.
- Blonde, en somme. Le nez mignon avec la bouche
Incarnadine, grasse, et divine d'orgueil
Inconscient. - D'ailleurs plus fine que la mouche
Qui ravive l'éclat un peu niais de l'oeil. 



Nota: Uno de los poemas pertenecientes a las "Fétes Galantes".

Fragmento final de: "El gato negro" (Edgar Allan Poe).

Al cuarto día del asesinato, un grupo de policías se presentó inesperadamente y procedió a una nueva y rigurosa inspección. Convencido de que mi escondrijo era impenetrable, no sentí la más leve inquietud. Los oficiales me pidieron que los acompañara en su examen. No dejaron hueco ni rincón sin revisar. Al final, por tercera o cuarta vez, bajaron al sótano. Los seguí sin que me temblara un solo músculo. Mi corazón latía tranquilamente, como el de aquel que duerme en la inocencia. Me paseé de un lado al otro del sótano. Había cruzado los brazos sobre el pecho y andaba tranquilamente de aquí para allá. Los policías estaban completamente satisfechos y se disponían a marcharse. La alegría de mi corazón era demasiado grande para reprimirla. Ardía en deseos de decirles, por lo menos, una palabra como prueba de triunfo y confirmar doblemente mi inocencia.
-Caballeros -dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera-, me alegro mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construida... (En mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba cuenta de mis palabras). Repito que es una casa de excelente construcción. Estas paredes... ¿ya se marchan ustedes, caballeros?... tienen una gran solidez.
Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón.
¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación.
Hablar de lo que pensé en ese momento sería locura. Presa de vértigo, fui tambaleándome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hombres en la escalera quedó paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos atacaron la pared, que cayó de una pieza. El cadáver, ya muy corrompido y manchado de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo. ¡Había emparedado al monstruo en la tumba!


Canción del pirata (José de Espronceda)

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:
Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pechos mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.


sábado, 16 de abril de 2011

MAR DE LA MAÑANA (Constantino Kavafis)

Aquí que me detenga. Que también yo contemple un poco la
naturaleza.


Azul esplendoroso de un mar de la mañana
y de un cielo sin nubes, y una ribera amarilla: todo
hermosamente y con plenitud iluminado.

Aquí que me detenga. Y que me engañe como que veo esto
(lo vi en verdad un instante cuando recién me detuve);
y no también aquí mis fantasías,
mis recuerdos, las visiones de la voluptuosidad.

EL ALBATROS (Baudelaire)

Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,

al barco, que navega sobre abismos y azares.

Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.


¡Que débil y que inútil ahora el viajero alado!
El, antes tan hermoso, ¡que grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.


El poeta es igual ... Allá arriba, en la altura,
¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!

EL CARPINTERO (Heine)

Tu mano se posa sobre el pecho mío.
¿Sientes de un rudo golpe la inquietud?
Es que hay adentro un carpintero impío
que labra mi ataúd.

Y no cesa un instante el golpe fiero...
Y en vano intento al sueño recurrir...
¡Acaba, acaba pronto carpintero,
y déjame dormir!

miércoles, 9 de febrero de 2011

Gulliver y su llegada a Lilliput


Durante muchos días, el hermoso velero en el que viajaba Gulliver había navegado plácidamente hasta que, al aventurarse por las aguas de las Indias Orientales, una violentísima tempestad empezó a zarandear el barco como si fuera una cascara de nuez. Impresionantes olas barrían la cubierta y abatían los mástiles con sus velas. Al llegar la noche, una gigantesca ola levantó el barco por la parte de popa y lo lanzó de proa contra el hirviente remolino entre un espantoso crujir de maderas y los gritos de los hombres.
   -¡Sálvese quien pueda! - Gritó el capitán.
   No hubo ni tiempo de arrojar los botes al agua y cada uno trató de ponerse a salvo alejándose del barco que se hundía por momentos.
   Empujado por el viento, cegado por la espuma, Gulliver nadaba en medio de las tinieblas. Pasaba el tiempo y la fatiga hacía presa en él.
   "Mis fuerzas se agotan", pensaba; "no podré resistir mucho"
   De pronto, noto que su pie chocaba contra algo firme. Unas brazadas más y se encontró en una playa.
   - ¡Estoy salvado! - murmuró con sus últimas fuerzas, antes de dejarse caer sobre la arena. Al punto, se quedó profunda y plácidamente dormido.
   Él no podía saber que había llegado a Liliput, el país donde los hombres, los animales y las plantas eran diminutos. Por otra parte, no había tenido tiempo de ver nada ni a nadie. En cambio, los vigías de ese reino sí le vieron a él y corrieron a la ciudad para dar la voz de alarma.
   - ¡Ha llegado un gigante!
   Inmediatamente todas las gentes de Liliput se encaminaron hacia la playa, no sin temor. Llegaban despacito y, desde lejos curioseaban al grandullón.
   - Tenemos que impedir que nos ataque - dijo un leñador-. ¡Vayamos a por cuerdas para atarle!
   En medio de una frenética actividad, todos se dedicaron al acarreo de estacas y cuerdas. Luego rodearon a Gulliver y empezaron a clavar las estacas en la arena con gran habilidad. Seguidamente, treparon sobre su cuerpo y fueron realizando un trenzado de cuerdas habilidoso y práctico, sujetando las cuerdas en las estacas.
   El sol había empezado a calentar cuando un viejecito que se apoyaba en un diminuto bastón, toco sin querer la nariz del prisionero, que estornudó aparatosamente.
   ¡Que conmoción! Muchos hombres salieron despedidos, otros emprendieron la huida. Gulliver notó que delgadas cuerdas lo sujetaban y sintió algo que le pasaba sobre el pecho; dirigió la mirada hacia abajo y descubrió una diminuta criatura con arco y flecha en las manos y un carcaj a la espalda. No menos de otros cuarenta seres similares corrían por su cuerpo.
   En su prisa por huir, algunos rodaron y se hicieron numerosos coscorrones. Muertos de miedo, los liliputienses fueron a esconderse tras las rocas, los árboles o en las madrigueras.
   - ¿Qué es esto? - exclamó el náufrago-. ¿Quién me ha hecho prisionero?
   Sin más que un pequeño esfuerzo se incorporó, haciendo saltar las cuerdas. Y al observar de reojo el temor con que se le contemplaba, fue incapaz de contener la risa.
   Quizá porque le vieron reír y porque no se levantaba, los liliputienses avanzaron un poquito hacia el extraño visitante.
   - Acercaos, no soy ningún ogro - dijo Gulliver.
   Pero se dio cuenta de que no le entendían y fue probando con los muchos idiomas que conocía hasta acertar con el utilizado en Liliput.
   - Hola amigos...
   Los liliputienses vieron en estas dos palabras buena voluntad y se acercaron un poco más. Por otra parte, como jamás habían visto gigante alguno, tampoco querían perderse el acontecimiento.
   Pero el náufrago estaba hambriento y, con su mejor sonrisa, dijo:
   - Amigos, os agradecería que me trajerais algo de comer.
 [...]
Canto del reír  (Wiliam Blake)


Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo,
y el arroyo encrespado se desplaza riendo;
cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,
y la verde colina ríe del estrépito que hacemos;
cuando los prados ríen con vívidos verdes,
y ríe la langosta ante la escena gozosa;
cuando Mary y Susan y Emily
cantan "¡ja, ja, ji!" con sus dulces bocas redondas.
Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra
donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces,
acercaos y alegraos, y uníos a mí,
para cantar en dulce coro el "¡ja, ja, ji!"

VOLPONE de Ben Jonson

Volpone es la mejor y más intensa de las obras de Ben Jonson. Constituye una sátira feroz contra la avaricia y la estupidez humana y de cómo la codicia nos embrutece hasta el punto de convertirnos en bestias. Un alegato en contra del poder del dinero que es capaz de transformar no sólo a las personas, sino también a las profesiones y las Instituciones Sociales, a la Sociedad en general, convirtiéndose aquel en el único patrón para medir todas las cosas, materiales y espirituales.
Jonson realiza la presentación de los personajes con deliberada precisión. Con su Volpone retrata a los cinco personajes sobre los que gira básicamente la acción con nombre de animales: el zorro, la mosca, el buitre, el cuervo, el grajo... planteando de este modo una especie de antifábula, pues si en las fábulas los animales hablan y actúan como hombres, en esta comedia los hombres actúan como bestias. De este modo los personajes bailarán ante nuestros ojos una danza llena de movimiento y fuerza mientras intentan devorarse unos a otros, y en este intento se precipitarán todos hacia su destrucción.






Robinson Crusoe

" El buque encalló profundamente en las arenas, de manera que solo nos quedaba tratar de salvar la vida de cualquier manera... Once embarcamos en un bote... Una ola gigantesca cayó sobre el bote con tal violencia, que se dio vuelta en un instante... Nadé hacia adelante con todas mis fuerzas... Fui el único que consiguió pisar tierra, empapado, sin ropa para cambiarme y nada que comer y beber; sólo tenía un cuchillo, una pipa y un poco de tabaco en una cajita... Todo lo que se me ocurrió fue treparme a un frondoso árbol, y allí me propuse estarme la noche entera y decidir, a la mañana siguiente, cuál sería mi muerte.
Anduve primero en busca de agua dulce. Después de beber y mascar tabaco trepé a mi árbol, tratando de hallar una posición de la cual no me cayera si el sueño me vencía. Había cortado un sólido garrote para defenderme.
Al otro día no había huellas del temporal. La marea había zafado al barco y lo había traído hacia las rocas... Poco después de mediodía el mar se puso como un espejo y la marea bajó tanto que pude acercarme a un cuarto de milla del barco (ya entonces sentía renovarse mi desesperación al comprender que si nos hubiésemos quedado a bordo estaríamos a salvo y en tierra)... Nadé hasta el barco.
Las provisiones de a bordo no habían sufrido absolutamente nada; pude satisfacer mi gran apetito, llenándome además los bolsillos de galleta. Bebí un buen trago de ron para fortalecerme ante la tarea que me esperaba... [Armó una balsa, con elementos que encontró en el barco]... Se presentaba el problema de elegir lo indispensable y al mismo tiempo preservarlo de los golpes del mar [eligió comida, herramientas, armas].
Mi próxima tarea fue la de reconocer el lugar, en busca de un sitio adecuado para instalarme y almacenar mis efectos con toda seguridad... En la isla había aves; me pregunté si su carne sería o no comestible.
Se me ocurrió que aún podría sacar muchas cosas útiles del barco, y me decidí a hacer otro viaje a bordo... Hallé 2 o 3 cajas de clavos y tornillos, un gran barreno, 1 o 2 docenas de hachuelas, y lo más precioso de todo, una piedra de afilar... Seguí yendo diariamente al barco, aprovechando la marea baja... Lo que más me alegró en aquellos viajes es que después de estar 5 o 6 veces, y cuando ya no esperaba encontrar nada que valiera la pena mover de su sitio, seguía descubriendo cosas que me servían... En la cabina del capitán hallé una caja con 36 libras esterlinas en monedas europeas, brasileñas y algunas piezas de oro y plata. Sonreí a la vista de aquel dinero. ¿Para qué me sirves?', exclamé... Pero luego lo pensé mejor y tomé el dinero.
Mis pensamientos estaban ahora consagrados a encontrar los medios de asegurarme contra los salvajes y las bestias que pudiera haber en la isla... Calculé aquello que necesitaba en forma indispensable: en primer lugar agua dulce y aire saludable; luego abrigo y seguridad; finalmente, que si Dios me enviaba algún barco por las cercanías, no perdiera yo esa oportunidad de salvarme.
En el barco encontré plumas, tinta y papel, e hice lo indecible por economizarlos; mientras duró la tinta pude llevar una crónica muy exacta, pero cuando se terminó me hallé imposibilitado de continuarla, ya que no pude hacer tinta a pesar de todo lo que probé. Esto vino a demostrarme que necesitaba muchas cosas fuera de las que había acumulado. Habiendo conseguido acostumbrar un poco mi espíritu a su actual condición y abandonando la costumbre de mirar al mar por si divisaba algún navío, me apliqué desde entonces a organizar mi vida y a hacerla lo más confortable posible... Fabriqué una mesa y una silla.
"

ROMEO Y JULIETA. William Shakespeare.



La historia se desarrolla en Verona, en donde viven dos familias que son rivales, los Montesco y los Capuleto. Romeo, único heredero de los Montesco, entra sin ser invitado al baile de mascara de los Capuleto, en el que conoce a Julieta, hija única de los Capuleto; ambos se enamoran a primera vista. Sabiendo que sus padres jamás permitirán su unión, se casan en secreto, con ayuda de Fray Lorenzo. El mismo día de la ceremonia, Teobaldo insulta a Romeo, a pesar de ello este último rehusa batirse. Pero Mercutio, el mejor amigo del joven Montesco, entabla duelo a muerte con Teobaldo. Romeo trata de separarlos y Teobaldo aprovecha para herir mortalmente a Mercutio. Romeo, entonces reta a Teobaldo y venga a su amigo matando a su adversario. El Príncipe de Verona, indignado por los sucesos, condena a Romeo al destierro o a la muerte. Romeo se encuentra desesperado, porque estará separado de Julieta, pero Fray Lorenzo le aconseja escape a Mantua, hasta que pueda ser publicado su matrimonio con Julieta y se reuna con ella. Romeo huye a Mantua después de una última entrevista con Julieta. El Conde Paris, pariente del príncipe, pide la mano de Julieta y le es concedida. Julieta se niega y pide auxilio a Fray Lorenzo, quien le aconseja que acepte la boda y le entrega un pequeño franco con un elixir que la sumirá en estado cataléptico, parecido a la muerte. Le indica tomarlo la noche anterior a la boda y se compromete a estar con ella cuando despierte en la cripta de su familia, acompañado de Romeo, después ambos jóvenes escaparían. Fray Lorenzo envía un mensajero a Romeo (Fray Juan) para que venga por Julieta en el momento de despertar. Sin embargo, el mensajero no encuentra a Romeo, ya que este avisado por su criado (Baltasar) de que Julieta ha muerto, sale inmediatamente hacia Verona. Romeo llega a la cripta de los Capuleto encontrándose con Paris, que iba a depositar flores a su futura esposa. El Conde se indigna al ver a Romeo, ambos se baten, resultado vencedor el joven. Romeo se acerca a Julieta, la besa por última vez y toma veneno, falleciendo a los pies de su amada. En ese momento llega Fray Lorenzo, quien se atemoriza al ver los cuerpos de Paris y Romeo. Julieta despierta y el fraile trata de convencerla para que huya con él, pero la joven se niega al ver a su esposo muerto. Fray Lorenzo se va y Julieta se acerca a Romeo, lo besa y se hiere con el puñal de su esposo, muriendo abrazando a su amado. Los guardias aprenden a Fray Lorenzo y a Baltasar. Fray Lorenzo revela la verdad ante el Príncipe de Verona, los Montesco y los Capuleto. Con la muerte de Romeo y Julieta, se sella la paz entre las dos familias rivales.